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alvarezquintero

 

ESPAÑA, 1871 -1938

ESPAÑA, 1873 -1944

 

alvarezquintero

 

RESEÑA BIOGRÁFICA

 

Serafín Álvarez Quintero (Utrera, Sevilla, 26 de marzo de 1871 – Madrid, 12 de abril de 1938), y su inseparable hermano Joaquín Álvarez Quintero (Utrera, Sevilla, 20 de enero de 1873 – Madrid, 14 de junio de 1944), comediógrafos españoles.

Nacidos en Utrera, en 1871 y 1873 se instalaron en Sevilla, donde vivieron bastante tiempo como empleados de Hacienda, mientras colaboraban en diversas publicaciones como El Diablo Cojuelo, e iniciaron paulatinamente su dedicación exclusiva al teatro. Su debut como autores tuvo lugar en 1888 con Esgrima y amor en el teatro Cervantes de Sevilla. El éxito de la comedia les impulsa a viajar a Madrid, donde, a partir de 1889, estrenan varios sainetes líricos y juguetes cómicos: Gilito (1889), Blancas y negras (1892), La media naranja (1894), La buena sombra (1895), La reja (1897), El traje de luces (1898), El patio (1900). Ambos hermanos colaboraron en todas sus obras dramáticas y fueron miembros de la Real Academia de la Lengua Española.

Su primer éxito resonante lo obtuvieron en 1897 con El ojito derecho. A este éxito sucedieron muchos otros más, siendo especialmente recordados El genio alegre (1906), Malvaloca (1912), Puebla de las Mujeres (1912), Las de Caín (1908) y Mariquilla. Fueron nombrado hijos predilectos de Utrera y Sevilla y adoptivos de Málaga y Zaragoza. Sus obras fueron traducidas a todos los idiomas; se representaron en las más apartadas latitudes y sus autores gozaron de innumerables homenajes.

Los restos de ambos se encuentran en el cementerio de San Justo de Madrid.

Aunque no escribieron únicamente comedias (Fortunato, Nena Teruel, Mundo mundillo..., Los leales, Dios dirá, La calumniada, Don Juan, buena persona, Tambor y cascabel, La boda de Quinita Flores, Pasionera, Concha la Limpia, Los mosquitos, Las de Abel, Así se escribe la historia, El centenario, Doña Clarines, La casa de García, La rima eterna, Cabrita que tira al monte, Los duendes de Sevilla etc.), sainetes (Mañana de sol, 1905), libretos de zarzuela (La reina mora, 1903) y piezas cómicas, sino también dramas (Malvaloca, 1912; Cancionera, 1924), fue en esos géneros en los que fundamentalmente se les recuerda a causa de su gran talento cómico. En total escribieron cerca de doscientos títulos, algunos de ellos premiados, como por ejemplo Los Galeotes, que recibió el premio de la Real Academia a la mejor comedia del año.

Muchas de sus piezas son de naturaleza costumbrista, describiendo el modo de ser de sus nativas tierras andaluzas, pero dejando al margen la visión sombría y miserable de las lacras sociales; su Andalucía es la de la luz y la del colorido; su ideología es tradicionalista. El lenguaje de sus piezas es un castellano depurado y elegante pasado por el tamiz fónico del dialecto andaluz; sus chistes son finos y de buen gusto, sin llegar nunca a la chabacanería; con ello estilizaron e idealizaron el género chico; abunda la gracia y la sal y hay una genuina vis cómica. Son maestros en el diálogo, que es siempre vivaz y gracioso. Es por ello por lo que en los años treinta su arte se aprovecha en el cine, creando varios guiones para las películas de la mítica Estrellita Castro. Dramáticamente no aportan ninguna novedad sustancial técnica ni estructuralmente, pero depuraron el andalucismo de la misma forma que hizo Carlos Arniches con el madrileñismo. Sin embargo nunca pasaron más allá en su crítica social, que se detiene en el ternurismo y en lo melodramático; se trata en suma de comedias burguesas que ofrecen una visión idealizada y amable de Andalucía que no inquiete al espectador medio; la alegría de vivir acalla cualquier atisbo de conflicto dramático. Es esta alegría de vivir la que salvó el teatro de los hermanos Quintero de implacables críticos como Ramón Pérez de Ayala, Azorín o Luis Cernuda.

 

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Hermanos_Álvarez_Quintero

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AÑO NUEVO

 

AUTORRETRATO

 

DOLOR DE DOLORES

 

ERA UN JARDÍN SONRIENTE...

 

LA SIESTA

 





AÑO NUEVO

De su ventana, tras el verde herraje,
entre flores de invierno prisionera,
una mujer, humana primavera,
teje, soñando, delicado encaje.

Sus manos, palomitas sin plumaje,
hacen labor paciente y duradera,
y su alma, mariposa volandera,
libre va de un paraje a otro paraje.

Se lleva un año muertas ilusiones:
ni amor de novio, ni amistad de amigo...
¿Dónde están los amantes corazones?

Y entristecida, y sola, y sin testigo,
piensa, al calor de ocultas emociones:
"¡Ven, Año Nuevo! ¡Y el amor contigo!"





AUTORRETRATO

Fuimos... entre espigas y olivares:
el uno esperó al otro en la lactancia,
y en el primer pinito de la infancia
ya escribimos comedias y cantares

Después... libros, y novias y billares
¡memorias que ilumina la distancia!
luego... una juventud cuya fragancia
envenenan agobios y pesares.

Fuimos... cuanto hay que ser: covachuelistas,
estudiantes, "diablillos", editores,
críticos, "pintamonos", retratistas...

Y hoy, como ayer, sencillos escritores
que siguen, a la luz de sus conquistas,
sembrando sueños por que nazcan flores.





DOLOR DE DOLORES
I
Dime, «¿por qué es ese llanto?»
«Por una ilusión perdida,
por una reciente herida,
por un nuevo desencanto...»
«Pues no llores más... y olvida»
II
«¿Porqué lloras, flor de flores?»
«Porque él era dueño mío,
el que me hablaba de amores,
me hiere con desvío...»
«Pues olvídalo... y no llores.»
III
«¿Porqué sollozas ahora?»
«¡Ay! Ya no alumbra la aurora
ni dará flores mi huerto...
Lloro por mi niño muerto...»
«Pues, no lo olvides... y llora».





ERA UN JARDÍN SONRIENTE...

Era un jardín sonriente;
era una tranquila fuente
      de cristal;
era, a su borde asomada,
una rosa inmaculada
      de un rosal
Era un viejo jardinero
que cuidaba con esmero
      del vergel,
y era la rosa un tesoro
de más quilates que el oro
      para él.

A la orilla de la fuente
un caballero pasó,
y la rosa dulcemente
de su tallo separó.
Y al notar el jardinero
que faltaba en el rosal,
cantaba así, plañidero,
receloso de su mal:

-Rosa la más delicada
que por mi amor cultivaba
      nunca fue;
rosa la más encendida
la más fragante y pulida
      que cuidé;
blanca estrella que del cielo,
curiosa de ver el suelo,
      resbaló;
a la que una mariposa
de mancharla temerosa
      no llegó

¿Quién te quiere? ¿Quién te llama
por tu bien o por tu mal?
¿Quién te llevó de la rama,
que no estás en tu rosal?

¿Tú no sabes que es grosero
el mundo? ¿Qué es traicionero
      el amor?
¿Qué no se aprecia en la vida
la pura miel escondida
      en la flor?
¿Bajo que cielo caíste?
¿a quién tu tesoro diste
      virginal?
¿En que manos te deshojas?
¿Qué aliento quema tus hojas
      infernal?
¿Quién te cuida con esmero
como el viejo jardinero
      te cuidó?
¿Quién por ti sola suspira?
¿Quién te quiere? ¿Quién te mira
      como yo?

¿Quién te miente que te ama
con fe y con ternura igual?
¿Quién te llevó de la rama,
que no estás en tu rosal?

¿Por qué te fuiste tan pura
de otra vida a la ventura
      o al dolor?
¿Qué faltaba a tu recreo?
¿Qué a tu inocente deseo,
      soñador?
En la fuente limpia y clara,
espejo que te copiara
      ¿no te di?
Los pájaros escondidos,
¿no cantaban en sus nido
      para ti?
Cuando era el aire de fuego,
¿no refresqué con mi riego
      tu calor?
¿No te dio mi trato amigo
en las heladas abrigo
      protector?
Quién para sí te reclama,
¿te hará bien o te hará mal?
¿Quién te llevó de la rama,
que no estás en tu rosal?

Así un día y otro día
entre espinas y entre flores,
el jardinero plañía,
imaginando dolores,
desde aquel en que a la fuente
un caballero llegó
y la rosa dulcemente
de su tallo separó...





LA SIESTA

En un rincón de un patio fresco y ameno,
que alegran y perfuman aves y flores,
una niña morena, que tiene amores,
duerme, puestas las manos sobre su seno.

Sueña, y al grato hechizo de cuanto mira
a través de la bruma de lo soñado,
se dilata su seno blanco y rosado,
y su boca de grana se abre y suspira.

Luz del alma ilumina su rostro hermoso:
se encienden sus mejillas, tiembla y sonríe,
y más con lo que sueña su amor se engríe,
y es cada vez su aliento más anheloso...

Murmura luego su nombre: nadie contesta...
Abre sus ojos negros con mudo espanto,
y al ver de sus quimeras roto el espanto
volviendo al sueño dice: ¡Bendita siesta!

 

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